El Antiguo Comentario

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La meditación según Krishnamurti


          

Una dimensión del espacio donde la acción es inacción




Introducción

El ‘yo’ y el ‘no yo’ 
Krishnamurti llama el yo al espacio que la mente humana crea alrededor de sí misma. Es su espacio de acción, donde se desarrolla la batalla de la existencia de una persona. Este yo no conoce otro mundo que lo que el pensamiento ha creado.
Hay también otra dimensión del espacio. Se llama el ‘no yo’. Es ‘un espacio de inacción’.  Allí el pensar no tiene acceso.
En este espacio sólo ‘actúa la inacción’ de la observación, la contemplación o el éxtasis. Permite el surgir del mundo del ‘no yo’, lleno de fragancias divinas exhaladas por la Sabiduría, el Amor y el Poder creador desde el ‘eterno Núcleo de Fuego interno’ del Ser humano. 

 El meditador
El pensamiento destruye la contemplación, la bendición. Sólo la inacción del meditador en observación concentrado permite la consonancia con el divino mundo del ‘no yo’, el mundo divino del ‘eterno Núcleo de Fuego interno’ del Ser Humano, la  fuente sagrada de Sabiduría, Amor y Poder creador. Esta consonancia fabulosa con el ‘no yo’ cambia radicalmente el paradigma de la existencia de la Vida divina humana.                                                                         
 William  
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Meditaciones 1969 (fragmento)* 

 Krishnamurti



En el ámbito creado por el pensamiento no hay amor. Este espacio separa a un hombre de otro, y en él se encuentran todo el devenir, la batalla de la vida, la agonía y el temor. La meditación es el cese de este espacio, el cese del «yo». Entonces la relación posee un significado muy diferente, porque en ese espacio que no está creado por el pensamiento, el otro no existe, porque tú no existes. La meditación, entonces, no es la búsqueda de cierta visión, por mucho que la santifique la tradición. Más bien es el espacio interminable en el que el pensamiento no puede entrar. Para nosotros, el pequeño espacio creado por el pensamiento en torno a sí mismo, que es el «yo», es sumamente importante, porque esto es todo lo que la mente conoce, la cual se identifica con todo lo que está dentro de ese espacio. Y en ese ámbito nace el temor de no ser. Pero en meditación, cuando esto se comprende, la mente puede entrar en una dimensión del espacio en la que la acción es inacción. No sabemos lo que es el amor, porque en el espacio que el pensamiento genera a su alrededor, que es el «yo», el amor es el conflicto entre el «yo» y el «no-yo». Este conflicto, esta tortura, no es amor. El pensamiento es la negación misma del amor y no puede entrar en ese espacio en el que el «yo» no existe. En ese espacio se halla la bendición que el hombre busca y no puede encontrar. La busca dentro de las fronteras del pensamiento, y el pensamiento destruye el éxtasis de esa bendición.

*Texto aportado por Josep Jofre

 

Jiddu Krishnamurti  fue un filósofo indio que nació el 11 de Mayo de 1895 en Madanapalle, India y murió el 17 de febrero de 1986 en Ojai,  California. La Dra. Annie Besant, presidenta de la Sociedad Teosófica, le adoptó  cuando éste tenía trece años y  le proclamó el próximo Instructor del mundo, venida que ya habían pronosticado los mismos teósofos.

Cuando contaba quince años escribió "A los pies del Maestro" y desde muy pronto se le consideró un iluminado. Krishnamurti siguió ligado a la Sociedad Teosófica hasta 1929, fecha en la que abandonó todos los privilegios, y honores recibidos, renunciando a la presidencia de la Orden de la Estrella de Oriente y con ella a la Sociedad Teosófica.  Desde este momento, durante casi sesenta años, libre de restricciones y convencionalismos, inició un camino de profundo auto-conocimiento, que transmitió a la gente a través de sus escritos y múltiples conferencias.
De sus palabras se desprende un profundo mensaje de amor y sabiduría, que no deja indiferente a quienes las reciben.
Todas sus charlas desarrollaban esencialmente un tema primordial: 
"La verdad puede ser descubierta por cualquiera de nosotros, sin la ayuda de autoridad alguna; al igual que la vida, está siempre presente en un sólo instante".
Recibió entre otros reconocimientos la Medalla de la Paz de Naciones Unidas en 1984, dos años antes de su muerte.


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